El pasado jueves 28 de junio, a Colombia la despertó la noticia de que 11 de los 12 doce diputados del Valle secuestrados por las Farc en abril de 2002, habían muerto, tras fuego cruzado entre los rebeldes y fuerzas militares no identificadas. La información fue difundida por las Farc mediante un comunicado colgado en la página de Internet Anncol. Desde entonces, y hasta el sol de hoy en el aire aún levita el duelo nacional, pero no solo por porque hayan sido once, sino porque el secuestro se volvió pan de cada día, y eso que somos un país con hambre.
Al respecto ha habido cuatro importantes pronunciamientos, entre tanta basura dicha por delegados internacionales, cada uno en defensa de su bandera. Por su parte, el presidente sostuvo que las Farc son terroristas y que no habrá despeje, la Iglesia insistió en la necesidad del Intercambio, los familiares de las víctimas pidieron, y aún piden los despojos mortales de los diputados como un gesto humano (cuando lo humano debió ser no matarlos) y el profesor Gustavo Moncayo, quien lidera una marcha por las vías de Colombia contra el secuestro aseguró que es urgente la liberación de rehenes. (… y si lo dice el padre de un soldado cautivo… qué profano lo refuta)
Allende las versiones y el luto nacional, seguimos preguntando por los culpables de la masacre: ¿Estos pernoctan en montañas de Colombia, o duermen en lujosos apartamentos y visten finos trajes?
Frente a la pregunta anterior pongo dos alternativas: 1). varias veces se le ha pedido al presidente que ceda al Intercambio Humanitario pero a él le va de lujo negarse, porque su idiosincrasia es militar, tanto así que no respeta ni proscripciones internacionales. Desde ese punto de vista la culpa es suya; y 2). El secuestro es un crimen de lesa humanidad. Esta es una reconocida fórmula de las Farc para su financiación, así que por las muertes - hayan sido en combate o premeditadas- deberá rendir cuentas el grupo ilegal; auque todavía no haya sido encontrada la aguja en este pajar de incertidumbre y nos preguntemos por la posible intervención de organismos de inteligencia extranjera en todo este caos, o creamos –ingenuamente no- que el gobierno no ha dicho toda la verdad y detrás del terrorismo discursivo de Uribe haya un “watergate” criollo.
Lo cierto es que mientras se descubre el misterio, queda la incertidumbre por la suerte que le viene a los demás secuestrados. ¿Habrá para ellos un nuevo sol, o será esta su última noche? Hago la pregunta porque el caso de los diputados no es el primero, ni podemos detenernos aquí. La muerte llegó a casa y la guerra le abrió la puerta. Hay que sacarla. OLVIDABA DECIR: sí al intercambio y liberen a Emmanuel.
reporteroconeco@hotmail.com
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